fRáGiL
fRáGiL, el juego de rol postapocalíptico
fRáGiL es un juego de rol de temática postapocalíptica escrito por Célica Soldream y Verion Alendar e ilustrado por Amelia Sales.
La versión electrónica del manual está disponible en https://www.yipikayei.com/fragilsten/. La versión del manual físico fue financiada mediante una campaña de mecenazgo en enero de 2018 y fue editado por la editorial Yipi Ka Yei
Es un juego bastante hardcore pensado para jugar campañas no demasiado largas, con una mortalidad muy elevada, ya que la vida durante el post apocalipsis no suele durar demasiado.
Recuerdo bien lo que estaba haciendo cuando empezó el apocalipsis: estaba durmiendo, lo cual es un comienzo bastante anodino, pero en realidad medio mundo debía estar haciendo lo mismo que yo. Los que dicen haber visto una aurora o algo así… viven un falso recuerdo, una fantasía compartida.
Pero un día te levantas para trabajar en tu vida normal... y no funciona nada. Crees que es un apagón o algo así… pero ni siquiera sale agua del grifo. Esto es porque los grupos de presión cayeron con todo lo que funcionara con electricidad, dicen que eso es un EMP o una llamarada solar. La verdad es que da igual como lo llames, la verdad es que es bien jodido.
Que no haya agua en las ciudades es un evento de mierda. En muy pocas horas había cundido el pánico, y todos estábamos asaltando los supermercados, o asaltando a otros simplemente para poder sobrevivir. ¿Comida? La comida tardaría más días en ser un problema.
Y lo hubiera sido de no ser por la violencia. Lo que se siguió fueron momentos de una violencia desatada. Fue como si todo lo que nos habíamos estado reprimiendo quedara liberado, y nuestros instintos más miserables salieran a flote.
Yo creo que en verdad ya estábamos todos locos, con todo el trabajo esclavo del tercer mundo, las diferencias de riqueza y toda esa mierda… pero era algo que teníamos lejos, nadie se sentía responsable. Sin embargo cuando la violencia explotó, solo había dos tipos de personas: los depredadores y las víctimas.
No sé decir en cuántos días tardamos en pasar de miles de millones a… ¿decenas de miles? Solo los militares pugnaron por conseguir cierto orden, y ni siquiera eso duró demasiado. En un par de semanas se había disparado casi toda la munición de la tierra.
En muy pocos meses nos dimos cuenta de que habíamos olvidado prácticamente todo lo que era relacionarse con la naturaleza. Desprovistos de los complejos sistemas modernos, no éramos capaces de potabilizar el agua o garantizar los cultivos. Muchos ni siquiera eran capaces de encender un fuego.
Los únicos que podrían haber desarrollado un nuevo principio, los miembros de las comunidades rurales, corrieron una suerte idéntica al resto: fueron los primeros en caer en las manos de las actuales bandas, tan hambrientas de comida como excitadas por la sangre.
Fue como dejar a un niño en una fábrica de petardos. Nosotros nos creíamos en el pináculo del pensamiento, pero en realidad éramos menores de edad, personas incapaces de valerse por sí mismas, mutilados emocionales, adictos a la tecnología necesitados de electricidad para cagar y prozac para soportar nuestra miserable existencia.
Ya entonces se empezaba a intuir que en toda esa degeneración mental había una fuerza psíquica que ni cinco años más tarde hemos empezado a entender. Probablemente nunca lo lleguemos a hacer, sino que simplemente sea otro arma con la que finalmente nos acerquemos a extinguir.
Y obviamente apareció la religión. No como en el viejo mundo, de una forma organizada, con iglesias y estructuras y demás. No, eso se había acabado, y lo que nos tocaba era más parecido a locos predicadores y fanáticos suicidas que tipos intentando quedarse tu dinero. Ahora cada cretino puede tener una religión, y no tiene que justificar ante nadie sus milagros macabros.
Y un día, uno o dos años después, una se da cuenta de que ya no hay niños. Evidentemente todas las familias que intentaran responsabilizarse de sus hijos fueron las primeras en caer… pero peor que eso… no hay ningún recién nacido. Claro, ¿cómo iba nadie a llevar siquiera un embarazo a término en un entorno tan peligroso?
Pero no es lo único que vaticina el fin de la humanidad. Desprovistos de los medios de producción, y continuamente asediados por las bandas, nadie ha podido desarrollar ningún tipo de agricultura ni de ganadería. Vivimos de lo que el viejo mundo dejó guardado, y ni siquiera eso va a durar mucho tiempo.
No sirve de nada preguntarse por cómo era el mundo antes del apocalipsis. Ahora solo hay locos depredadores dispuestos a cargarse a víctimas frágiles. Todos somos depredadores, y algún día todos seremos víctimas.
Todo es frágil.
Ediciones de fRáGiL publicadas
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